Hace un par de meses Viola lo tenía todo. Un novio encantador al que adoraba, aceptación social, y razones para levantarse cada día, claro, eso fue antes de que Lawrence, su novio, decidiera salir del closet y confesarle su homosexualidad.
Ahora Viola está sola y mientras Lawrence, con su sexualidad revelada escala abrumadoramente rápido hacia la cumbre de la popularidad Viola se hunde cada vez más en el anonimato. Hubo un tiempo en que deseaba fervientemente que Lawrence, quien ahora es su mejor amigo, se diera cuenta que la amaba y volviera arrepentido a sus pies. Ahora desea algo mucho más elemental. Estar bien. No dar pena. Formar parte de algo. Dejar de ser malditamente invisible.
La profundidad de su necesidad acaba trayendo, desde Caliban una tierra mágica, un genio que le concederá tres deseos. Pero, ¿que puede pedir que la ayude a estar menos rota? ¿que Lawrence la ame?, ¿ser mejor pintora?, ¿popularidad? Los días pasan y Viola no desea absolutamente nada, o más bien no sabe que pedir ni se atreve a formular algún deseo. Genio por su parte está cada vez más ansioso por irse. Cada segundo en el mundo de los humanos es un segundo que envejece, puesto que en Caliban el tiempo no pasa, y además comienza a a pasarle algo completamente inesperado. Desea cosas. Desea que Viola sea feliz, desea ser su amigo y peor aun, puede que la desee a ella.
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